La sociología de Octavio Uña

Jesús Hernández

A Octavio Uña le oí hablar cuando le hicimos en Zamora un homenaje a Eloy de Prada, cuya muerte lamentamos, que fuera un vecino insobornable de la Casa de Zamora en Madrid. Sus palabras fueron como un cuadro sociológico de Zamora. Cada pueblo tenía su referencia exacta y su color propio, su libro de poemas, un recorrido lírico por diversos lugares del mundo fue para nosotros como el escaparate de una oficina de viajes. Cada poema era como un cartel turístico a todo color que inevitablemente provocaba la tentación de visitar esa ciudad. Como frecuentemente, se equivocaba la paloma de mi fantasía porque Octavio Uña no es sólo un poeta sino un hombre de creencia para quien la sociología es fundamento de la poesía, razón de pasión.

Creo que la sociología es terreno propicio para todas las técnicas mentales de la solidaridad que incluye como uno de los factores esenciales el de la compasión. El zamorano es por naturaleza compasivo y, por ello, hospitalario. El espíritu de solidaridad en el ser zamorano está instalado en la conciencia del pueblo facilitando su convivencia. Así, donde quiera que se halle o nos encontremos con un zamorano sabemos que estamos o volvemos a Zamora, y en la medida en que el hombre progresa comprende los objetivos reales de la sociología. Esta es la razón por la que el Instituto Ciencia y Tecnología, en el que Octavio Uña ha pronunciado sendas conferencias, estos objetivos se enmarcan bajo el enunciado de «Creadores y mecenas para la convivencia».

Con distintas aportaciones científicas, Octavio Uña ha realizado un estudio riguroso del proceso de construcción de la ciencia de la sociología analizando las diversas contribuciones, a lo largo de la historia de la cultura, a este proceso, pormenorizando las bases de sustentación de esta disciplina según las teorías de sus fundadores; y ésta, y no otra, fue la tesis de un discurso, que fue una descripción de la realidad de la convivencia de Zamora en su diversidad, una exaltación de su cultura cívica común que se deriva del hecho de vivir sin ostentación pero humanamente.

Quiero subrayar en Octavio Uña su dinamismo ético, del cual son testimonio tanto sus trabajos científicos como su obra literaria. Cultura es para él lo que afirmaba Unamuno, «el reino de Dios aquí abajo», la plena convivencia de sus diversas zonas, así en la provincia como en el globo, y por eso la asignatura que explica este maestro zamorano tiende a desvelar una sociología estética.

La sociedad zamorana es una comunidad desatendida por los poderes públicos, cuyo espíritu de solidaridad se basa en una realidad tanto geográfica como económica y espiritual, en la que la herencia ética produce en su medio ambiente equilibrio y moderación. El empeño social en Zamora más que ideológico es productivo y piensa en sus posibilidades que son muchas y no todas exploradas, pero se va en esa dirección y hay que reconocer que a Zamora se la conoce y se la admira no sólo por la riqueza de su patrimonio románico sino también por sus galletas, sus viñedos y sus quesos.

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